Nos llegan los niños a la Casa Escuela por haber sufrido
maltrato, por haber cometido delitos, por inmigrantes sin papeles, por
minusvalías, por estrés postraumático o por familias desesperadas por problemas
de conducta. Las propuestas que nosotros hacemos son multidisciplinares; por un
lado, terapéuticas, con un modelo constructivista sistémico y centrado en
soluciones, desde la Formación Profesional, y, por otro lado, desde la
interculturalidad del circo y los viajes.
Los chicos y chicas que nos llegan, algunos ya han estado en
centros cerrados y nosotros proponemos una integración para la sociedad, desde
lo laboral y redefiniendo sueños desde lo artístico y espiritual.
Es sorprendente lo que implica una experiencia de éxito en
un escenario para un niño abandonado. Se siente importante y remueve la idea
negativa de sí mismo, mejora su autoestima y su tolerancia a la frustración.
Las profecías autocumplidoras de los adultos que lo han convertido en un
"fracasado" dejan espacio para la esperanza de cambio y la confianza
en otros adultos. Desde el pasacalles de los cuentos estos niños a los que sus
padres no se los han leído, se alzan sobre una plataforma para recrear a La
Cenicienta, descubren el significado del Patito Feo y se sienten héroes y
artistas en "Don Circote de la Carpa", mientras escuchan las risas de
otros niños en una gala benéfica donde ellos son los protagonistas de las
sonrisas de los demás y de las suyas propias.
Este lenguaje paradójico les ayuda a recuperar la ternura, a
atreverse a querer y dejarse querer. Exploramos diversas culturas para extraer
la esencia de la paz interior, hemos viajado con ellos por toda Europa y
pasamos el verano reconstruyendo escuelas en Marruecos para otros niños, y
también jugando con nuestras habilidades circenses y deportivas.
Hemos construido, desde el funcionamiento en asamblea
responsable, una nueva realidad desde la poesía de los sueños.
Nuestros niños practican yoga, percusión, hacen bonsáis,
malabares, títeres, cantan, bailan, son magos, acróbatas, cocineros,
soldadores, jardineros, agricultores, zancudos, misioneros, peluqueros, socorristas, jinetes, camareros, capoeiristas,
bailadores de break dance, etc.
Su resiliencia aumenta y empiezan a creer en sí mismos, en
nuestra escuela puntúa ser uno mismo. Al no prejuzgar aprovechamos la riqueza de la
diversidad, de excluidos a admirados por otros niños, trabajamos para los demás
desde la interculturalidad del mestizaje que nos dan las diferentes
nacionalidades a las que pertenecemos.
Cambiamos guardias de seguridad por payasos.
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